Los episodios de inundaciones en Zaragoza han sido frecuentes a lo largo de los siglos con dos resultados bien distintos. Por una parte han depositado los fértiles limos que han configurado la rica huerta de Zaragoza, pero por otro lado han sembrado muchas veces la desolación.
Muchas han sido las crecidas que el río ha tenido a lo largo de los siglos y que vinieron a turbar la paz de los ribereños. Se conservan datos referidos a ellas desde el siglo IX, cuando el puente situado en el emplazamiento del actual de Piedra quedó destruido. En 1269 los zaragozanos utilizaban ya un puente de barcas y Jaime I concedió la roturación de un soto cuyos árboles se utilizaron para obras de mantenimiento del mismo. En 1643 se anegó de nuevo la huerta y hubo que procurar un puente de tablas y barcas para cruzar el río. Es el paisaje que se observa en el cuadro pintado por Velazquez y Del Mazo.
La mayor avenida de todo el siglo XIX fue en 1871, con cortes de carreteras, líneas de ferrocarril y pérdida de vidas humanas. El Puente de la Almozara hizo de presa de los materiales arrasados por el río, llegándose a emplazar una batería de cañones con el fin de volarlo y evitar la inundación de los barrios próximos, lo que finalmente no fue necesario, al bajar el nivel de las aguas.
Ya en el siglo XX ha habido grandes riadas pero ninguna como la ocurrida entre la Nochevieja de 1960 y el día de año nuevo de 1961. Se inundó el 90% de la huerta y el cauce alcanzó 2,5 Km. de ancho en algunos puntos. Dicen que el agua se podía tocar con la mano desde el Puente de Hierro. Esta riada fue la responsable de la formación del último galacho del Ebro, el de Juslibol.
    
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