Zaragoza no existiría ni se podría entender sin la presencia del Ebro, el río más caudaloso y con la mayor cuenca hidrográfica del Estado Español (85.000 Km2). Los primeros pobladores conocidos, los iberos, se asentaron en sus proximidades, fundando Salduie, ciudad-estado, en la confluencia de la antigua desembocadura del río Huerva con el Ebro. A partir de entonces los sucesivos habitantes disfrutaron de los privilegios, aunque también de los riesgos, que la magnífica presencia del Ebro imponía.

Los romanos fundaron Caesaraugusta en un emplazamiento con una situación estratégica privilegiada, en la confluencia de tres ríos, Ebro, Huerva, y Gállego, y no demasiado lejos del Jalón.

La morfología de la ciudad romana se adapta al trazado ligeramente Noreste-Sureste que describe el eje del río, en vez de seguir orientando Norte-Sur, como sería de esperar.

Los romanos trazaron vías para comunicar las poblaciones más importantes del Valle del Ebro y todas necesitaban del puente que construyeron sobre el Ebro (a la altura del actual puente de piedra) para pasar de Levante hacia el Pirineo o del interior de la meseta hacia el Norte. Este puente era también acueducto, pues incorporaba una tubería de plomo que abastecía de agua a parte de la ciudad, tomándola del río Gállego.

Los musulmanes rigieron administrativa y políticamente los destinos de Saraqusta a partir del 714 y durante más de 400 años. Trajeron consigo una revolución en cuanto a las artes, las letras y las formas de cultivo de la tierra: Organizaron los primeros regadíos y trajeron nuevos cultivos como el azafrán.

El siglo XIII conoce la expansión del perímetro romano por el oeste; es el actual barrio de San Pablo, donde se instala el mercado con calles paralelas y rectilíneas. Por el este se extienden las zonas de la Magdalena y San Agustín. Esta última acomodándose y delimitada por el antiguo trazado del Huerva, que desembocaba entonces muy cercano al actual Puente de Hierro.

El Canal Imperial de Aragón, hijo del Ebro

La segunda mitad del XVIII conoce una de las obras más importantes de este siglo: La construcción del Canal Imperial de Aragón, que trae las aguas del Ebro tomándolas en El Bocal, en las cercanías de Tudela. Esta magna obra va a potenciar la extensión del regadío y la consolidación del ya existente, llegando Zaragoza a tener la huerta más extensa de España.

La segunda mitad del XIX trae la llegada del ferrocarril, que rompe definitivamente los moldes de la ciudad medieval, diseminándose en el extraradio de la ciudad distintas estaciones de ferrocarril, (del Arrabal o del Norte, Utrillas, Caminreal, Campo Sepulcro, etc.) ubicadas en las direcciones de salida hacia sus destinos.

A finales de siglo se soluciona el problema de insalubridad de las Balsas de Ebro Viejo, antiguo trazado del cauce del Ebro, que fue rellenado con escombros procedentes de la apertura de la calle Alfonso.

El siglo XX comienza en Zaragoza con una población de 110.000 personas. La pérdida de Cuba, trajo la necesidad de producir remolacha para la industria azucarera, convirtiéndose en un monocultivo que motivó las roturaciones de los sotos que quedaban y de toda superficie susceptible de ser labrada.

Entre 1.900 y 1939, con motivo de la exposición Hispano-Francesa, se organiza la huerta de Santa Engracia, se crea el actual Parque Grande y se configuran los nuevos ensanches; surgen las barriadas obreras al amparo de industrias y se cubre el río Huerva, en el tramo de Gran Vía y Pº de la Constitución, lo que permite el ensanche de la ciudad hacia el sur.

Desde 1940 a la actualidad el desarrollo es imparable. Con el polo de desarrollo industrial, de 1964, surgen los primeros Planes generales. Las industrias atraen a numerosa mano de obra del campo, se crea una única estación de ferrocarril El Portillo, (En 2005, con la llegada del Tren de Alta Velocidad, se abre nueva estación llamada delicias) y se realiza el cubrimiento de la vía en la Avda. de Goya y Tenor Fleta. Las "actuaciones urbanísticas urgentes" o ACTUR van a rellenar la parte oriental de la margen izquierda, toda ella huerta, a partir de 1975, dando incluso nombre al propio barrio. Zaragoza empieza a crecer definitivamente por la margen izquierda.


  
 
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